Revisando el GR-253 Camino del Alto Guadalentín

A mediados de este mes de noviembre de 2023, nos calzamos las botas y salimos a revisar el estado actual del sendero GR-253 Camino del Alto Guadalentín. Un camino que fácilmente podríamos rebautizar como la ruta de la infamia y veremos por qué. Por lo pronto, y visto lo visto, hemos corregido la información publicada en la web. Ahora, vamos al tajo.

Comenzamos, como indica el track publicado por la Federación de Montaña de la Región de Murcia, en la playa de los Cocedores, en el municipio de Águilas. El lugar es precioso, rebosa naturaleza y cultura, puesto que a lo largo de esta costa se trabajó y se exportó durante varios siglos el esparto. Pero si hablamos de cuestiones de señalética del camino, la cosa cambia. Pues lo que descubrimos era la nada; ni un cartel de inicio y señales que no supimos a cual de los dos senderos GR correspondían (92 ó 253). Lo peor es que ésta iba a ser la tónica general en los próximos cinco días.

Entre plásticos y ramblas

Partimos de la playa citada, entramos en la provincia de Almería y a los pocos cientos de metros tomamos a la derecha la rambla de los Arejos. La primera visión también iba a ser una constante los próximos dos días: ramblas y terrenos de cultivo deteriorados por las malas prácticas agrícolas. Cientos de miles de millones de trozos de plástico que se usan en agricultura para cubrir las incipientes plántulas y que una vez cumplido su cometido no se retiran, directamente se labran. Un absoluto desastre tanto para el medioambiente, como para el ser humano. Primero por el riesgo para la salud que supone ingerir esos microplásticos, segundo por el impacto ambiental de estos residuos que sobrevuelan el entorno y afectan a viviendas y poblaciones cercanas, y tercero por el resultado que ofrece para los propios agricultores, pues al labrar la tierra, la mezcla afecta al enraizamiento, desarrollo y producción de lo que se pretende cultivar.

Plásticos en vía Augusta

Volvamos al senderismo. Durante kilómetros no abandonamos este paisaje, hasta llegar a las Lomas, donde el sendero gira a mano izquierda y tomamos la carretera que se dirige hacia el Pozo de la Higuera. Y kilómetros de asfalto… Otra pena, no haber podido encontrar un recorrido que nos sacara de éste y nos descubriera un poco mejor la sierra de la Carrasquilla. Al llegar a Pozo de la Higuera, nuevamente ramblas y cultivos durante la próxima jornada y media.

Una de las jornadas pernoctamos en Lorca, donde nos atendieron dos personas para conocer diferentes cuestiones del término municipal, y a las que estamos muy agradecidos: Jay, la Técnico de Turismo del Ayuntamiento, que ha estado pendiente de organizar este encuentro y que, con total amabilidad, nos estuvo contando cuestiones culturales y ambientales de su municipio; y Pedro, concejal de Izquierda Unida, que aceptó una entrevista, a un inmisericorde grado de temperatura, para contarnos la problemática surgida con un gerifalte propietario de diferentes macrogranjas porcinas, la connivencia de la Confederación Hidrográfica del Segura y el río Turrilla. De Lorca, ¿qué decir? Pues que la localidad merece como mínimo una jornada completa para conocerla. Si hablamos de su término municipal, el segundo más grande de España, mínimo dedicarle una semana.

Si ya veníamos decepcionados por la elección del trazado y el mantenimiento, la salida de Lorca fue el remate. El track propuesto te lleva hacia una finca privada que prohíbe el paso y que obliga a volver hasta el centro de la población para tomar el camino del Argar (Camino de Santiago), para luego dirigirte por el cauce del Guadalentín hacia el embalse de Puentes, donde la historia de sus presas y la ornitología nos deben hacer dedicarle un rato. Continuamos camino de Zarzilla de Ramos, entre campos, donde se cultiva el secano y con las vistas de las sierras del Pericay, el Gigante y María al fondo… Segunda vez que me planteo, ¿qué hago aquí? ¿Y por qué no estaré caminando por esas sierras, que veo al fondo?

Entre asfalto y purines

Al igual que ha estado pasando estas dos últimas jornadas, muchas veces el olor a purines se hace insoportable. Seguimos caminando, mezclando asfalto y pistas, cruzamos el río Turrilla, sin agua, puesto que, el anteriormente mencionado gerifalte, ha decidido hacer una presa y bombear el agua de todos, a sus granjas de cerdos. Es justo: él se queda el agua de todos y nos devuelve a cambio malos olores y contaminación por purines. Seguro que ahora algún agrofascista opina, que me vuelva a mi ciudad, que esto es la vida en el campo.

Llegamos a la pedanía de la Encarnación, y nos desviamos del camino unos cientos de metros para subir a las ruinas de un templo y unas canteras Romanas y a la ermita. Al volver a la pista, nos quedan muchas posibles visitas, pero optamos por la más próxima, la cueva del Rey Moro en el estrecho de Abajo o de las Cuevas de la Encarnación y a pocos metros del nacimiento del río Quípar. También nos queda una pista sin señalización de GR hasta Caravaca. Ciudad que al igual que a Lorca hay que dedicarle un día entero como mínimo.

El sendero lo podríamos resumir en cuatro puntos destacados: la playa de los Cocedores, Lorca, el embalse de Puentes y la Encarnación-Caravaca. No ha sido un disfrute continuo, más bien lo contrario. No hace falta que nosotros lo dejemos aquí plasmado, parece que por la ausencia de mantenimiento, la propia Federación ya es consciente de que, a lo mejor, éste es de los que sobra.

1 comentario

  1. ¡Excelente trabajo! Justo el que se tendría que hacer para rehabilitar y mantener el GR en condiciones.

    Lo de la macrogranja y los plásticos, lamentable que no se tomen cartas sobre el asunto para revertir la situación.

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