¿Altri en Galicia? Reflexiones sobre activismo, industria y sostenibilidad

“Serra do Careón” por Iago Casabiell González, disponible en Wikimedia, bajo licencia CC BY-SA 4.0

La posible instalación de la fábrica de celulosa de Altri en Galicia ha abierto un intenso debate social y ambiental. Según Greenpeace, la factoría consumiría millones de litros de agua al día, vertería aguas contaminadas en el río Ulla, aumentaría las emisiones de gases tóxicos, pondría en riesgo el sector primario y fomentaría la expansión del eucalipto en los montes, con el consiguiente empobrecimiento de la biodiversidad. Pese a ello, la Xunta de Galicia trabaja activamente para facilitar su implantación.

Este conflicto nos invita a reflexionar más allá del “no en mi patio trasero” y a pensar en términos globales. ¿Realmente protegemos el medioambiente al impedir su llegada o simplemente trasladamos el problema a otro lugar con menos controles?

¿Industria aquí o en otros países?

La reciente ola de incendios en la Península ha puesto de nuevo en el punto de mira a la industria papelera. Sin embargo, la pregunta clave es otra: ¿no sería más sensato que este tipo de industrias operasen dentro de la Unión Europea, bajo legislaciones ambientales más estrictas, que en países donde la normativa es mucho más laxa?

Porque, seamos realistas: si Altri no se instala en Galicia, no desaparecerá. Simplemente buscará otro territorio con menos regulación y mayor vulnerabilidad ambiental y social.

Agua, emisiones y control administrativo

El consumo de agua de una papelera es enorme. Aunque Galicia cuenta con recursos hídricos abundantes, el agua sigue siendo un bien finito. Métodos alternativos como la desalación implican altos costes energéticos y riesgos para la biodiversidad marina si no se gestionan correctamente.

En cuanto a las emisiones, la tecnología actual permite reducir drásticamente los impactos mediante filtros avanzados. El problema no es técnico, sino de control y vigilancia: exigir que las empresas apliquen estas medidas y actualicen sus sistemas de filtración con cada avance disponible.

Eucalipto, incendios y ordenación del territorio

Otro de los puntos críticos es la expansión del eucalipto. Si bien es una especie rentable, debe gestionarse bajo criterios de mosaico forestal, fomentando la diversidad y contribuyendo a la prevención de incendios.

Más preocupante aún es la elección de la ubicación: ¿por qué instalar una planta de este tipo en un espacio de la Red Natura 2000 en lugar de aprovechar polígonos industriales ya consolidados? La sospecha sobre intereses ocultos es inevitable.

Vertidos y responsabilidad compartida

La preocupación vecinal por los vertidos a la ría es más que legítima. No podemos seguir tratando mares y océanos como vertederos. La exigencia ciudadana, unida a la responsabilidad de las administraciones, debe garantizar que los residuos industriales no pongan en riesgo los ecosistemas marinos.

El caso del delta del Níger, devastado por vertidos petrolíferos, es un recordatorio de lo que ocurre cuando no hay vigilancia ni regulación.

Doble moral y sostenibilidad real

La reflexión final nos lleva a cuestionar la doble moral occidental: países que presumen de sostenibilidad mientras exportan petróleo o externalizan sus industrias más contaminantes a otras regiones.

Si queremos un mundo más justo y sostenible, debemos asumir nuestra parte del coste. Quizás eso implique pagar más caro el papel que utilizamos, pero también significa no seguir trasladando los impactos a comunidades más vulnerables.

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